martes, 9 de junio de 2009

El virus de la inseguridad


Que vivimos en una Argentina en la cual la inseguridad predomina no es nuevo para nadie. Y siempre las promesas de Seguridad son las mismas. Los candidatos a cualquier elección prometen, siempre, mejorar esta situación; aunque ya nos acostumbramos a que nunca pase nada. Y a ninguno asombra enterarse que un menor de edad asaltó y mató o que un ex convicto reincidió.


Lo peligroso de esto es que cuando se logra ubicar y detener al que delinque no hay castigo. Y si lo hay es muy leve. Entonces comienzan los mil y un cuestionamientos. ¿Hay que implementar la pena de muerte? ¿Se solucionarían las cosas bajando el límite de edad para imputar a una persona? ¿La cárcel es realmente correctiva? ¿O hace peor?...


Lo cierto es que la sociedad de la que formamos parte (como todas en el mundo) tiene diferentes criterios y formas de pensar. Están los que piden que vuelvan los militares, porque, según dicen, en esa época no había tanta delincuencia como en estos días. Pero se olvidan que convivían con otro miedo; 30.000 desaparecidos corroboran estas palabras. También están los que piden pena de muerte, considerando que al asesinar al delincuente el problema se termina. Si, puede ser que ese problema se termine, pero es uno en miles y sería muy difícil poder determinar en que caso correspondería ejecutarla y en cual no.


De la mano de la pena de muerte empezaría otro problema relacionado con los Derechos Humanos. Y esto no pasa solo en Argentina, la semana pasada, Delara Darabi, mujer iraní de 22 años declarada culpable de un delito presuntamente cometido cuando tenía 17 años, fue ejecutada en su país natal pese a que en su caso se había dictado una suspensión de la ejecución de dos meses.


Por esto y muchas cosas más es que a veces creemos que hay que aceptar lo que nos toca y tratar de mejorarlo de a poco, como se pueda, desde lo cotidiano.


No está mal que cada uno le busque una posible solución al problema, lo que está mal es que “los de arriba”, quienes gobiernan el país, no encuentren una forma de mejorarlo. Por que luego de tantos intentos fallidos hasta la policía perdió credibilidad y se la cree inoperante, corruptos.


Realmente no se vislumbra una rápida solución, Lo importante es no resignarse, creer que las cosas pueden y van a cambiar, seguir para adelante, sin bajar los brazos, buscando un país mejor para todos.
Por Gastón Urbano

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