Para todos aquellos que no lo conocen, que no conocen su pelea ni sus logros, el personaje de la foto es Martín Sharples, uno de los tantos deportistas discapacitados que hay en el país y que pese a las adversidades que la vida le impuso, sigue adelante para hacer lo que realmente le gusta: ser atleta.
En 1993, tras un duro accidente, perdió su pierna izquierda, lo que le causó, entre otras cosas, abandonar el rugby, deporte que amaba. De ahí en adelante, con la ayuda de una pierna ortopédica o una silla de ruedas especial, empezó a competir de nuevo, a participar en maratones. En el 2007 recorrió 2800 kilómetros en bicicleta, unió La Higuera (Bolivia), dónde asesinaron al Che Guevara, con Argentina, en homenaje a los 30 mil desaparecidos por la dictadura militar.
El año pasado, previo a los Juegos Olímpicos que se desarrollaron en Pekín, se estaba desarrollando la despedida a los deportistas argentinos, de la que participaba el entonces Presidente del Comité Olímpico Argentino, Julio Cassanello. En plena conferencia de prensa, Sharples puso el grito en el cielo pidiendo la destitución del dirigente por haber formado parte del último gobierno de facto.
La seguridad privada del lugar se encargo rápidamente de sacar al “mal educado” de ese salón, atenuaron las luces y subieron la música para que los presentes se enteren lo menos posible lo que pasaba afuera: Sharples recibía una golpiza. El caso, que llegó a los medios importantes, causó estupor; y Cassanello, tiempo después, renunció a su cargo. Su rol en la dictadura había sido mediante la intendencia en la localidad de Quilmes, entre 1979 y 1982.
En la Argentina, se sabe, todavía quedan algunos personajes que ocuparon puestos en la dictadura y que aún hoy, con la democracia instaurada, siguen haciéndolo sin problemas: Julio Grondona, en la AFA, es uno de ellos. Por eso, decidimos presentar a Martín Sharples, un ejemplo de persona y de atleta. Martín piensa, piensa mucho y concreta. El lleva en alto la bandera por la igualdad social y la justicia, y no se rinde.
En 1993, tras un duro accidente, perdió su pierna izquierda, lo que le causó, entre otras cosas, abandonar el rugby, deporte que amaba. De ahí en adelante, con la ayuda de una pierna ortopédica o una silla de ruedas especial, empezó a competir de nuevo, a participar en maratones. En el 2007 recorrió 2800 kilómetros en bicicleta, unió La Higuera (Bolivia), dónde asesinaron al Che Guevara, con Argentina, en homenaje a los 30 mil desaparecidos por la dictadura militar.
El año pasado, previo a los Juegos Olímpicos que se desarrollaron en Pekín, se estaba desarrollando la despedida a los deportistas argentinos, de la que participaba el entonces Presidente del Comité Olímpico Argentino, Julio Cassanello. En plena conferencia de prensa, Sharples puso el grito en el cielo pidiendo la destitución del dirigente por haber formado parte del último gobierno de facto.
La seguridad privada del lugar se encargo rápidamente de sacar al “mal educado” de ese salón, atenuaron las luces y subieron la música para que los presentes se enteren lo menos posible lo que pasaba afuera: Sharples recibía una golpiza. El caso, que llegó a los medios importantes, causó estupor; y Cassanello, tiempo después, renunció a su cargo. Su rol en la dictadura había sido mediante la intendencia en la localidad de Quilmes, entre 1979 y 1982.
En la Argentina, se sabe, todavía quedan algunos personajes que ocuparon puestos en la dictadura y que aún hoy, con la democracia instaurada, siguen haciéndolo sin problemas: Julio Grondona, en la AFA, es uno de ellos. Por eso, decidimos presentar a Martín Sharples, un ejemplo de persona y de atleta. Martín piensa, piensa mucho y concreta. El lleva en alto la bandera por la igualdad social y la justicia, y no se rinde.
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